martes, 6 de noviembre de 2007




¿Juegos Olímpicos limpios en China?


Hasta ahora, Beijing no ganaría ninguna medalla por derechos humanos. Pero
mientras avanza la cuenta regresiva para los Juegos Olímpicos de 2008, hay por
lo menos algunas señales alentadoras.

MENZIES CAMPBELL*
En un año más la antorcha olímpica ingresará al recién construido estadio nacional de Beijing bajo el griterío de 80 mil espectadores y los juegos de 2008 habrán empezado.
En las 31 sedes competitivas de Beijing se dará una oportunidad única para ver a China en su aspecto moderno: la China del siglo XXI, una súper potencia económica, feliz por hospedar al mayor evento deportivo del mundo. Pero es más que eso.
Cuando, en 2001, Liu Jingmin, presidente del Comité a cargo de la postulación olímpica de China, afirmó que los juegos debían realizarse en Beijing (y no en Toronto, París, Estambul u Osaka), prometió que “al permitir que Beijing organice los juegos, ustedes ayudarán al desarrollo de los derechos humanos”.
Allí, en términos simples, hay un indicio de lo que las olimpiadas pueden también encapsular. Una oportunidad para que los países den pasos importantes a favor de los ideales de igualdad, libertad y derechos humanos.
Digámoslo abiertamente: el desempeño de China en derechos humanos es pobre. Trátese de la persecución de los miembros de Falun Gong, del hostigamiento y encarcelamiento de abogados y activistas locales, de la censura a los medios (incluida Internet), del uso de “evidencias” obtenidas bajo tortura, de juicios secretos y de la aplicación en gran escala de la pena de muerte, la situación es terrible.
Según Amnistía Internacional, la situación actualmente está empeorando, no mejorando, mientras se aproximan las olimpiadas. De hecho, hay incluso evidencias de que se persigue a los mismos activistas que trataron de llamar la atención a favor de la causa de quienes fueron expulsados de sus casas como resultado de los proyectos de construcción vinculados a los Juegos Olímpicos.
China no ganaría ninguna medalla por derechos humanos. Pero las cosas todavía están fluyendo y hay signos esperanzadores. China prometió abrirse más y establecer mayores salvaguardias en la aplicación de la pena de muerte. Prometió reformar su utilización de campos de “reeducación mediante el trabajo”, proceso de detención administrativa empleado a escala masiva.
Y en el escenario mundial, la resolución de Naciones Unidas respecto de una fuerza de paz para la asolada región sudanesa de Darfur, vio a los chinos respaldando los esfuerzos de la comunidad internacional de una manera constructiva.
Otro ejemplo es la bienvenida decisión de las autoridades chinas de levantar las restricciones al trabajo de la prensa internacional que cubrirá los juegos del próximo año. Pero ello sólo se aplicará hasta el 17 de octubre de 2008. ¿Por qué no puede seguir igual después de los juegos? ¿Y por qué la prensa local tiene que ser censurada en sus informaciones tanto durante como después de los juegos?
Algunos sostienen que deporte y política nunca debieran mezclarse, pero creo que esto es confundir el punto. Fui de los que respaldaron la noticia de que China hospedaría a los juegos precisamente porque confiaba y creía que esto, entre otras influencias, conduciría a una apertura, a un fortalecimiento y a una modernización de esta gran nación.
Todavía puede ser. Si ser sede de un evento deportivo mayor ayuda a acelerar la aproximación de China a la comunidad internacional, entonces eso debería ser otra razón más para celebrar el poder de las olimpiadas. No se trata aquí de “meter la política en el deporte”, sino de reconocer que ningún evento deportivo internacional opera en un vacío político.
Más fundamental aún es que Beijng 2008 es una oportunidad única, que se da una sola vez en la vida, para que China supere la valla tan alta que se ha puesto a sí misma. Más que instalaciones de clase mundial en la capital y otros sitios, un legado de los juegos de Beijing debiera ser una China más libre y más justa.
Disfrutemos de esta cuenta regresiva hacia las olimpíadas del próximo año, pero mantengamos puesta la vista en esa otra meta. La meta de una China que respete la libertad, la igualdad y los derechos humanos.
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Pekín 2008: que todos veana qué se juega en China

Los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 son un escaparate a través del cuál China quiere mostrarse al mundo. Pero, ¿qué es lo que quiere mostrar exactamente?
En Amnistía Internacional estamos seguros de que el gobierno chino no desaprovechará la ocasión para exhibir la pujanza económica de su país, su desarrollo tecnológico, su tremenda capacidad organizativa… y tampoco nos cabe ninguna duda de que hará todo lo posible para ocultar la otra realidad de China.
Allí se producen más ejecuciones que en ningún otro lugar del mundo, y la pena de muerte se aplica sobre 68 delitos —algunos de ellos económicos— con prácticas tan escalofriantes como la extracción inmediata de los órganos de los ejecutados.
También se reprime a los periodistas, se censura Internet, se encarcela y se tortura por delitos de conciencia... Las propias autoridades chinas prometieron mejoras en los derechos humanos si su candidatura olímpica era elegida: ahora deben demostrar al mundo que cumplen esa promesa.
Mucha gente, dentro y fuera de China, espera que los Juegos Olímpicos impulsen una era de cambios en el gigante asiático, pero nosotros creemos que se necesita mucho más para mover a ese gigante.

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